Las vacunas han demostrado ser una herramienta fundamental para prevenir enfermedades infecciosas, y su importancia no se limita a la infancia. En los adultos mayores, cuyo sistema inmunológico experimenta un debilitamiento natural debido al envejecimiento, la vacunación es clave para proteger contra infecciones graves que pueden tener consecuencias devastadoras. Asegurarse de estar al día con las vacunas recomendadas no solo mejora la calidad de vida, sino que también reduce la carga de enfermedades en el sistema de salud. Con el paso de los años, el sistema inmunológico pierde eficiencia, un fenómeno conocido como inmunosenescencia. Esto hace que las personas mayores sean más susceptibles a infecciones como la gripe, la neumonía y la culebrilla, enfermedades que en esta etapa de la vida suelen presentarse con mayor gravedad. Por esta razón, una de las vacunas más importantes en esta población es la de la influenza, que debe administrarse anualmente. La gripe puede derivar en complicaciones graves como neumonía o insuficiencia respiratoria, especialmente en personas con enfermedades crónicas como diabetes o problemas cardiovasculares. Otra vacuna esencial es la del neumococo, que protege contra neumonías, meningitis y bacteriemias causadas por esta bacteria. Estas infecciones pueden ser mortales en adultos mayores, especialmente en aquellos con el sistema inmune comprometido. Además, la vacuna contra el herpes zóster, también conocida como culebrilla, previene una enfermedad dolorosa que puede causar complicaciones severas, incluyendo neuralgia postherpética, una condición debilitante que afecta los nervios. El beneficio de las vacunas no se limita a la protección individual. Al inmunizarse, los adultos mayores contribuyen a la inmunidad colectiva, reduciendo la circulación de patógenos en la comunidad y protegiendo a quienes no pueden vacunarse por razones médicas. Este efecto es especialmente importante en contextos como residencias para personas mayores, donde los brotes de enfermedades infecciosas pueden ser devastadores. Es fundamental que los adultos mayores consulten regularmente con sus médicos para mantener actualizado su calendario de vacunación. Además de las vacunas mencionadas, algunos pueden necesitar refuerzos de vacunas previas, como la del tétanos y la difteria, o inmunizaciones específicas según sus condiciones de salud o planes de viaje. En Ramazzini, consideramos que las campañas educativas dirigidas a esta población son cruciales para fomentar una cultura de prevención y garantizar que los beneficios de la vacunación lleguen a todos. La vacunación en adultos mayores es más que un acto de protección personal; es una inversión en salud pública que previene complicaciones graves, reduce hospitalizaciones y mejora la calidad de vida. En un mundo donde las enfermedades infecciosas siguen siendo una amenaza, las vacunas son una herramienta insustituible para proteger a las personas en cada etapa de la vida.